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domingo, 1 de julio de 2012

LA DEIDAD PARTE 1




Muchos modernos antitrinitarios dicen estar volviendo a “las raíces del movimiento adventista”, siguiendo el ejemplo de los pioneros. Dentro de este movimiento antitrinitario, muchos alegan que solo el bautismo en nombre de Jesús es válido, y que no hay que practicar el bautismo en el nombre “del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, tal como lo indica Mateo 28:18-20.
Lo que hay que preguntarse es: ¿Qué fórmula bautismal utilizaron los pioneros adventistas? Aquí hay un algunas de declaraciones de nuestros pioneros.
El bautismo es una ordenanza perpetua de la iglesia, y los ministros del siglo XIX bautizan “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, porque la comisión original así lo requiere (Jaime White,Review and Herald, 4 de febrero de 1862).
Urías Smith también afirmó algo semejante:
La fórmula dada para el bautismo es: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”(Review and Herald, 21 de enero de 1902).
Stephen N. Haskell lo declara así:
Creemos en el bautismo, y tenemos la misma fórmula que los bautistas. Ambos bautizamos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Review and Herald, 3 de noviembre de 1904).

Algunos siguen insistiendo en que Cristo y el Espíritu Santo son la misma persona. Esta confusión no tiene sustento bíblico ni refleja lo que Elena de White dijo acerca de la Deidad. Tomemos esta cita, por ejemplo:
Cristo, nuestro Mediador, y el Espíritu Santo interceden constantemente en favor del hombre, pero el Espíritu no suplica por nosotros como lo hace Cristo que presenta su sangre, derramada desde la fundación del mundo; el Espíritu obra sobre nuestro corazón, provocando oraciones y arrepentimiento, alabanza y agradecimiento… (Manuscrito 50, 1900, también en A fin de conocerle, p. 77).
Claramente, Elena de White presenta dos personas distintas con dos obras diferentes en favor del ser humano.


Algunos sostienen que, al trazarse el plan de salvación, solo había dos personas divinas: el Padre y el Hijo. Lo hacen fundamentados en algunas citas de Elena de White, como estas:
En el plan de salvar al mundo, el consejo fue entre ambos, el pacto de paz fue entre el Padre y el Hijo (Signs of the Times, 23 de diciembre de 1897).
No obstante, una de las principales reglas hermenéuticas es que debemos buscar todo lo que dijo un autor antes de sacar alguna conclusión. Al hablar del consejo de paz, Elena de White enfatiza constantemente el pacto establecido entre el Padre y el Hijo. Pero ¿esto significa que no existía el Espíritu Santo? La respuesta es un no rotundo, si tomamos en cuenta la siguiente cita de Elena de White:
La Divinidad se conmovió de piedad por la humanidad, y el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se dieron a sí mismos a la obra de formar un plan de redención. Con el fin de llevar a cabo plenamente ese plan, se decidió que Cristo, el Hijo unigénito de Dios, se entregara a sí mismo como ofrenda por el pecado. ¿Con qué se podría medir la profundidad de este amor? Dios quería hacer que resultara imposible para el hombre decir que hubiera podido hacer más (Consejos sobre la salud, p. 219).
¿Quiénes estaban presentes al trazar el plan de salvación? Las tres personas de la Divinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que “se dieron a sí mismos a la obra de formar un plan de redención”, y decidieron “que Cristo, el Hijo unigénito de Dios, se entregara a sí mismo como ofrenda por el pecado”. Sacar conclusiones apresuradas, sin tomar en cuenta todas las citas de Elena de White, puede llevarnos a distorsiones doctrinales.


El Pr. Carlos Steger realizó esta breve compilación de declaraciones de Elena de White acerca de la Deidad en tres personas. Estas citas despejan toda duda no solo acerca de la posición de Elena de White con respecto a la Divinidad, sino también acerca del bautismo en nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
parte 1

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